¿Se puede aprender a ser feliz en el trabajo?

Nuestra tarjeta de felicitación para esta Navidad y el próximo año recogía un mensaje interesante y reconfortante: En 2011, sé feliz. Pero, ¿qué es la felicidad?.

Eduard Punset afirma, en su libro “El Viaje a la Felicidad”, que cuando la especie humana tenía una esperanza de vida de 30 años, no tenía tiempo de pensar en la felicidad como concepto, tan sólo de concentrarse en la pura supervivencia. En la actualidad, quizás merece la pena profundizar sobre este aspecto que rige el conjunto de nuestra vida, también la profesional.

Los estudios de investigación realizados por Mihaly Csikszentmihalyi (Profesor de psicología en la Universidad de Claremont_California) concluyen que la felicidad de cada persona depende de sus estados de flujo. Es decir, de encontrarse en el lugar donde quiere estar y de tener la capacidad para concentrar toda su energía física y psíquica en planes y objetivos que libremente haya elegido, de modo que con ello se obtengan resultados que le resulten satisfactorios. Así, cuando de toda la información (visual, verbal, auditiva …) que entra en nuestra conciencia seleccionamos sólo aquella que es coherente con nuestros objetivos e inquietudes, es cuando la energía psíquica fluye sin esfuerzo. Es en estos momentos cuando nada nos distrae ni preocupa. En ausencia de temores, toda la energía se concentra en nuestros objetivos.

Por defecto, tendemos a pensar que la felicidad consiste sólo en experimentar placer, y generalmente eso no suele suceder en el entorno del trabajo _menos en épocas como la actual_, así que para algunas personas dirigir las riendas de una empresa, proyecto o equipo humano es una tarea enormemente compleja, y esta parte de la vida se convierte en una fuente de inquietud en lugar de un espacio para la felicidad.

Mihaly Csikszentmihalyi afirma que, en estos contextos, es cuando más debemos ser capaces de organizar nuestra conciencia para experimentar estados de fluidez a menudo y no sólo en el aspecto personal o laboral, sino en la globalidad de todas las facetas de nuestra vida. Con ello, la calidad de vida mejora inevitablemente, por lo que concluimos que, al margen de las capacidades innatas con que contemos para lograr la felicidad, ésta también se puede potenciar, trabajando fundamentalmente las fortalezas personales.

¿Se puede aprender a ser feliz en el trabajo? Sí, se puede, pero para ello es necesario robustecer todas nuestras capacidades o cualidades innatas, respondiendo así la felicidad más a un proceso de desarrollo interno basado en la voluntad, que a algo que llega de manera casual desde afuera.


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